Hay algunas modas que, cuanto menos, no incordian. Un caso común y familiar a todos, es el afán por fundir la universidad de lo social (los bares) con la idea de espacios cercanos y abiertos a expresiones creativas, sean cuales fueren. No es más que una oportunidad de exteriorizar aquello que te venga en gana, entablando un diálogo, sea cual sea y sirviéndote del soporte que más te resulte idóneo. Así, son muchos los locales que desde tiempo atrás deciden, no con exceso de gusto, dicho sea de paso, apuntarse al carro de exponer en sus paredes. No se trata de cafés parisinos, ni siguen en gran medida el buen hacer de lugares ya consolidados, pero por el motivo que sea, cada vez es más fácil, aunque pecando de homogeneización de locales, toparte mientras pides una copa, con maneras de ver el mundo ofrecidas por gente corriente, gente que sólo quiere cubrir sus inquietudes y plantártelo delante.
Ñieje desing bar está casi a punto de subirse al carro, con mayor o menor decisión o acierto, proporcionando espacio a aquel que lo quiera ocupar. Si bien no se trata del local más idoneo, en breve el fotógrafo onubense Manuel Gómez González lo aprovechará para enseñarnos sus fotos.
Por medio de primeros planos y detalles tomados del entorno más cercano, la fotografía nítida y luminosa de Manuel Gómez, despoja a los objetos, naturales o artificiales, de su contexto, enfatizando en los matices y resaltando los contrastes, ritmos y texturas. Según él mismo: “partiendo de un mundo real en el que la representación figurativa deja espacio a un lenguaje que juega con aspectos cromáticos y estructurales”.
La propuesta de Gómez González, con sus propias palabras, “es resultado del intento de búsqueda de la belleza visual, que el entorno físico que nos rodea ofrece por casualidad, en un infinito abanico de situaciones únicas y singulares”. Su fotografía encauza la visión de la realidad por derroteros que casi rozan la abstracción, generando visiones que se interesan por lo matérico, plasmación corpórea del medio.
Por medio de primeros planos y detalles tomados del entorno más cercano, la fotografía nítida y luminosa de Manuel Gómez, despoja a los objetos, naturales o artificiales, de su contexto, enfatizando en los matices y resaltando los contrastes, ritmos y texturas. Según él mismo: “partiendo de un mundo real en el que la representación figurativa deja espacio a un lenguaje que juega con aspectos cromáticos y estructurales”.
La propuesta de Gómez González, con sus propias palabras, “es resultado del intento de búsqueda de la belleza visual, que el entorno físico que nos rodea ofrece por casualidad, en un infinito abanico de situaciones únicas y singulares”. Su fotografía encauza la visión de la realidad por derroteros que casi rozan la abstracción, generando visiones que se interesan por lo matérico, plasmación corpórea del medio.
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