sábado, 8 de diciembre de 2007

Paseo sentimental


La frágil promesa de dejar a un lado el tabaco una mañana más.
Me he levantado temprano. Mi hijo sigue dormido.
Me asomo a la bruma en las ventanas. Su velo difumina los contornos de la incongruente vegetación de la avenida; palmeras, naranjos, eucaliptos.
Enfrente, la estructura del neón del hotel Andalucía Palace, una apagada corona de miss, queda reducida a su esqueleto.
Preparo una segunda cafetera.
Un timbre anuncia que el ordenador ha terminado la descarga de un disco que nunca logré escuchar en el pasado.
¿Un rescate?¿Una pieza que faltaba? No. Sólo información. Nada iguala a la consumación que suponía conseguirlo entonces. No nos engañemos, como dice el cuento de Andersen, hubo un momento en el que desear era útil. Frase cruel.
Tan cruel como las dos que Hemingway consideraba como su mejor creación, su cuento de una sola línea “En venta: zapatos de niño. Nunca usados”. Otro cuento de una sola línea, de tres palabras: “hubo un momento,” punto final. No soy Hemingway .
En 1984 Chet Baker grababa A sentimental walk in Paris. No es un buen álbum, está entre sus discos grabados entre la inercia y la necesidad de conseguir dinero para mantener a cualquier costa su hábito de heroinómano. Mi copia está en algún sitio en el guardamuebles entre sus vinilos, como los que grabó junto a Catherina Valente, cuya verdad reside en el algo kitsch de lo sentimental. Dudo que Baker pudiese hacer un viaje sentimental. No creo que la urgencia de su hábito se lo permitiese. Ahí esta su biografía, Como si tuviera alas. Pero pocas ciudades parecen más apropiadas para ello que París, allí recalaba en cada una de sus visitas a Europa, allí grabó sus discos para Barclay, allí murió de sobredosis su pianista Dick Twardzick ... ningún escenario más apropiado para el “lover boy” eterno que murmuraba “She was too good for me”, “Deep in a dream” o “The touch of your lips”. Su imagen se ha congelado en ese algo tan sentimental como las fotos de Doisneau.
Mi hijo se acaba de levantar.
Descalzo, se ata el cinturón de la bata. De una patada, le lanzo las zapatillas. Enciende la TV y coge un tubo dorado de galletas de chocolate. Le pongo una taza de leche fría, no soporta la caliente.
En estos días vuelvo a pasear por la ciudad sin que las tardía salidas de la oficina me lo impidan. Vuelvo a errar y encontrarme con sentimental walks como el que me llevó a la fabrica de La Trinidad.
Una vez conocí a alguien llamado Pablito. Lo admiraba. Había vivido el declive del sueño de Ibiza, tenía una cámara con la que hacía películas y una estimable colección de LPs. Con fe todavía infantil, yo, más joven, lo consideraba mi amigo, por más que no fuese sino un reflejo inalcanzable. Vivía cerca de la antigua cárcel de Sevilla, y odiaba el sitio.
Camino de Toys’R’Us, inevitable en estas fechas, mi hijo y yo pasamos por ahí, no pude sino meterme por la que una vez fue su calle. No había nada reconocible. La hilera de tiendecillas había sido barrida por nuevas edificaciones de alto coste. De su casa, una estrecha edificación de dos plantas, no quedaba nada. Un paseo sentimental sin otro escenario que un recuerdo semiborrado.
En sus últimos años Pablito tenía la misma adicción que Baker. No había nada glamuroso en ello. No era una artista. Sencillamente, alguien de otra época que se devaneció tragado por la voraz velocidad del tiempo.
Hubo un momento.
P.S. : Me encontré a Jesung, espadachín del montaje de exposiciones.
P.S 2: Uno de los discos que bajé anoche era el Deja Vu, de Crosby Stills Nash & Young. Necesitaba escuchar las armonías vocales de “Carry On” y la versión de del “Helpless” de Young. Hacía décadas que no lo oía. “Our House” me sigue molestando. La memoria del ordenador está tan llena que el la reproducción salta y salta. Para los que gustan de las causalidades y casualidades, una metáfora del mecanismo atascado de mis recuerdos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que somos sólo recuerdos -con esto no creo que haya inventado nada nuevo-; recuerdos que vamos modificando en función de lo que nuestra mente es capaz de soportar. Leyendo tu artículo o tus reflexiones -no sé muy bien como llamarlo-, eleborado a base de trazos de recuerdos inconexos que se mezclan con pasajes del presente, he pensado en algunos de los míos, tal vez porque estos últimos días de bruma traen a mi memoria hechos de mi vida que no querría olvidar. Tu paseo me ha llevado hasta la nostalgia del pasado y de lo no vivido.

il angelo dijo...

recuerdos? pavesas moribundas, pronto cenizas.