lunes, 2 de abril de 2007

Prima puntata

Crista Hernando de los Ronderos y Jaloco

Hacienda La Pertinaz

Aquitanea de la Sierra

26 de marzo de 2007

Querida Piluca,

Me tienes preocupada, frenética estas, hija.

¡La comida en el palacete de Alis Flor de Lis Bourguignon sólo podría haber lucido más con tu presencia! Sólo eso le faltaba, mujer, que nos dejas desconsoladas con tus escapadas y desvaríos.

Te haces de rogar. Eso es lo que te pasa, porque yo a veces me pregunto qué hemos hecho para tener unos amigos tan, tan, tan ideales. ¡Qué cuadro, qué compostura, qué saber estar ! Sólo Kaburo, mi profesor de ikebana, me proporciona una paz semejante a la de encontrarme con nuestro equipo de bridge y canasta. Cuca, diantre, ¿cómo no encuentras tiempo para ver a gente tan selecta, tan despreocupada, tan angelicales que no son de esta tierra?

Estaban casi todos, y no dejaron un segundo de perorar sobre tu inasistencia, coquetona, que te gusta ser el centro de atención incluso cuando no estás. Allí estaba Jesús Pleguezuelo de Córdova, con su barba tan bien perfilada y su melena de espadachín. Nos estuvo dedicando gritos de animales de la selva de su reciente safari. ¡Qué voz! ¡Qué portento! Yo ya me veía como Meryl Streep en Memorias de África sin moverme del patio de Alis. ¡Ay! ¡Que gusto, sin mosquitos, ni hombres sudados, ni polvaredas! La llamada del elefante tanzano para bañarse en el río, fue de lo más. Vamos, me agité perturbada.

También acudió Fede Camino y Alcaraz-Los Pedroches, un hombre recogido en su silencio ante la llegada de la Semana Santa. ¡Que ejemplo ante mi hijo, que ya ha estrellado cuatro Golfs en lo que va de mes! Un silencio que no impide que lo que diga sea sustancioso y de persona cabal, un cielo adorable que te hace recobrar el alma, ¡qué oasis ante tanta charlatanería jactanciosa y chabacana! ¡Qué discreción! Da gusto y no ese marido que tienes que durante nuestra última cena estuvo contándome cómo actúan las glándulas sudoríparas axilares en diversas condiciones extremas ¡Qué desdoro para cualquiera! ¡Qué asco! ¡Y qué pesadez! O esa vez que me explicó cómo se chamusca la carne con un lanzallamas...Pero, déjalo, mi vida, que sé que es un tema que no te gusta. Es más, que detestas tanto como a él.

En animada charla, estaba Mery Gordon- Zalaustre. La muy pícara, lee esto bien querida, ¡ ha empezado un catálogo de Culturillas Guapitos de Cara! Ah, ¡Hay que ver! ¡Qué cosas se le ocurren y tú y yo haciendo petit point, darling! Es la repanocha. Yo le he pedido que los ilustre con fotos de cuerpo entero, que después soy irreprimible y algo pelandusca, cuando no zorronzuela. Y después estaba Angelo Luigi Percorso Aoto de la Refriega, que últimamente se está dedicando al yatching y venía morenísimo. Vamos a ver si aprueba el examen de patrón de barco de una vez, porque con ese pulso que tiene me mancha mis manteles de lino - monísimos, bordado por las monjitas de San Vicente Obrador - cada vez que viene. ¡Y no una, sino dos o tres veces! Que si el vino, que si los manjares de mesa, que si el puro... oh! Le están saliendo patas de gallo, compruébalo tu misma, que no es maledicencia, lo juro, cachondona. ¿Tú crees que si le regalo un tarrito de La Praderie se enfadará? Nunca se sabe, nunca se sabe, con un hombre que sólo él se entiende cuando habla. Pero al menos es tan decorativo que parece que dice cosas profundas cuando lo que hace es farfullar.

Esther Dieguez Cornualles no asistió. Y fue una pena, Piluca querida, porque compañera de bridge mía que es, habría sabido apreciar la conversación con propiedad, que tú ya sabes que yo me atonto y atonto y al final me quedo traspuesta. Pero Esther andaba comprando obras de arte que con su fino gusto tú sabes que después nos deleitan y amplían nuestro repertorio, que es grande y muy cultivado. Y, por supuesto, te he dejado para la última a la anfitriona, Alis. ¡Ay, Alis Alis Alis!. Llevaba un pantalón fashion-punk con imperdible incluido, fíjate qué cosa, monina, i-de-al. Te lo repito, i-de-al. ¿Lo has cogido? I-de-al. Que ingeniosa soy y tú que generosa permitiéndomelo. Pero fíjate que detalle tan raceé. Aún teniendo al cuerpo doméstico en casa, ella y Mery se pusieron a hacer la comidas ¡ellas solas!. Y Jesús, ay, bohemio incorregible, que atrevido, ¡se puso a lavar los platos! ¡A mano! Fede y Angelo Luigi descorcharon los caldos con más ganas que acierto. No se puede dejar solo a un hombre de ese pulso con un sacacorchos en la mano: un alfanje, vamos, un alfanje sarraceno que casi degüella a alguien. Fede debe pulir algunos de sus detalles. Te cuento. Le dio un empellón a Mery que casi la desmonta. ¡Qué jocoso! ¡Cómo nos divertimos! Ah, sí, la comida, que no se me olvide, que con tantos problemas en la cabeza… Los huevos pocheé, estupendos, el foi, exquisito, nada graso, con lo justo de trufa para no resultar pesado. Y hete aquí que Alis, perdió su sortija de diamantes. ¡Que alocada es esta mujer deliciosa!

Cuéntanos qué te pasa Cuca, Piluquita mía, que te queremos y te echamos de menos.

La próxima reunión, un beach party en mi casa ¿qué te parece corazón? Todo, todo para que tú te alegres y te sientas bien.

Tuya, afectísima

Crista

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